BOMBAS MÁS MORTÍFERAS, PERO QUE NO CONTAMINAN.
Quedan ya lejos los tiempos en que acabó la Guerra Fría. Tiempos en los que parecía que el planeta iba a vivir una nueva era de paz a nivel mundial, al relajarse la tensión entre las dos superpotencias enfrentadas durante décadas. A pesar, eso sí, de los conflictos regionales, que no son poco. Pero al menos, la tensión bélica y nuclear a nivel planetario parece que se diluían con el acercamiento y la nueva amistad que comenzaba a nacer entre Estados Unidos y Rusia. Quedaban focos bélicos muy importantes, pero al menos la amenaza de una guerra nuclear a nivel mundial habían desaparecido.
Pero en la actualidad, entre la guerra contra el terrorismo a nivel global que ha emprendido Estados Unidos con unos resultados más bien exiguos, Oriente Medio, y el enfriamiento de las relaciones entre Rusia y Occidente, eso ha pasado a mejor vida. Moscú ha emprendido una huida hacia delante, provocando numerosos conflictos diplomáticos tanto con la Unión Europea como con Estados Unidos. De hecho, este mismo mes, la Unión Europea se planetaba buscar posiciones comunes de la Unión frente a los desplantes de Putin, un presidente que está reduciendo la democracia rusa a su más mínima expresión. Y la carrera armamentística ha vuelto a ponerse sobre la mesa. Ayer mismo, la television estatal rusa nos hacía saber al resto de los mortales que Rusia acaba de crear "al padre de todas las bombas" (en contraposición a la madre de todas las bombas norteamericana). "El padre de todas las bombas", es el artefacto de vacío más potente del mundo, una bomba que supera en cuatro veces a la potencia de su homóloga estadounidense y que es comparable a una carga atómica.
El canal ruso de televisión mostró al mundo la nueva bomba en plena acción, con el lanzamiento del artefacto incluido desde un avión, su descenso en paracaídas y la posterior explosión contra un edificio de 4 plantas que quedó totalmente pulverizado. Según la televisión rusa, en un afán de orgullo patriótico, "todo lo viviente se evapora, tras la explosión la tierra recuerda a la superficie lunar".
Pero ante este alarmante hecho, el vicejefe del Estado Mayor ruso, el general Alexander Rukshin intentó tranquilizarnos. A pesar de su mortífera acción, el general quiso subrayar el hecho de que los efectos de este arma no contaminan como las nucleares. Es tranquilizador saber que a pesar de que existen cada vez bombas más mortíferas, al menos, cuando los humanos desaparezcamos de la faz de la tierra, la vida natural podrá seguir desarrollándose sin problemas.
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