EL RIDÍCULO DE EUROPA
Dicen que en tiempos de crísis, los que están mejor preparados, suelen salir reforzados.
Pero está visto que en Bruselas, y en los pasillos de las diferentes capitales europeas, no se han dado por enterados. Ni de esta frase, ni visto lo visto, de como se está poniendo el mundo.
Un mundo en el que lamentablemente, Europa, o mejor dicho, la Unión Europea, pinta cada día menos.
Y lo dice un europeísta convencido. Un sentimiento que deberían tener la totalidad de los gobierno europeos, por convencimiento, pero también por necesidad.
Y si no, que se lo recuerden a esos cientos de miles de ciuadadanos de los países del este de la Unión que están sufriendo en carne viva el frío que azota el continente en estos días, y sin posibilidad de calentarse debido al corte del sumistro del gas ruso.
Hace unos días, parecía que la Unión Europea había alcanzado un acuerdo con Rusia y con Ucrania. Un acuerdo que se han pasado por el forro, mientras que el gas sigue sin llegar a Europa. Las consencuencias, como siempre, los ciudadanos, que están soportando temperaturas que alcanzan en algunos casos los 30º bajo cero.
Uná situación en la que Europa ha quedado en ridículo, y que demuestra además la escasa fuerza que tiene una Unión que asiste impasible al sufrimiento de cientos de miles de sus ciudadanos, convertidos en rehenes de un conflicto que les es ajeno, y cuyo principal objetivo por parte de Rusia es mostrar su poderío y su control enérgetico sobre Europa.
Como para que la empresa rusa Gazprom se haga con el control de una de las principales empresas energéticas españolas.
Lo que está claro es que la Unión Europea ha vuelto a demostrarz una vez más su ineficacia en un asunto de calado.
Como también lo ha demostrado en la ofensiva israelí sobre Gaza, o en la toma de medidas comunes contra la crisis económica, por poner sólo dos ejemplos recientes.
En este mundo globalizado, en medio de una crisis galopante, y lleno de conflictos, Europa tiene que ser consciente de su potencial, y de su necesidad de dejar de lado sus rivalidades y sus orgullos nacionales para poner en marcha una nueva estructura capaz de afrontar los numerosos retos a los que nos tenemos que enfrentar en este convulso siglo XXI que acabamos de iniciar.
Europa tiene que ser algo más que una moneda común. Europa debe ser una potencia económica, y sobre todo, diplomática. La Unión Europea no puede permitirse el lujo de tener 27 diplomacias practicando sus propias políticas nacionales, a lo largo y ancho del mundo, mientras seguimos sin contar con una diplomacia europea fuerte y con un criterio común ante la comunidad internacional.
Mientras esto no pase, y sigamos discutiendo entre nosotros sobre si el Tratado de Lisboa nos recorta demesiado la soberanía nacional de cada país, en lugar de tener un poquito de altura de miras y darse cuenta de como está el panorama internacional, Europa seguirá haciendo el ridículo ante Rusia, o ante cualquier país que quiera tocarnos un ratito las narices.
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