PEQUEÑOS PLACERES.
Muchas veces, el estres de la vida diaria, la rutina de nuestras vidas y de nuestros absorventes trabajos nos impiden ver y disfrutar de cosas que si merecen realmente la pena. Muchas veces las prisas y el agobio del trabajo nos hace olvidar lo que es realmente importante en esta vida. Nos hace olvidar que lo realmente importante no son los trabajos, sino las personas. La familia, los amigos y sobre todo la pareja. Y por supuesto, los pequeños detalles que ya no sabemos apreciar y que nos harían mucho más felices si supiesemos disfrutar de cada uno de los momentos que nos toca vivir.
Un tranquilo paseo por el Casco Antiguo disfrutando de sus calles peatonales, de sus plazas, de sus monumentos y de sus escaparates. O un café en una terraza de una soleada mañana de mayo mientras lees la prensa. O una velada en casa tomando una copa de un buen vino mientras lees ese libro que te absorve y te transporte a mundos lejanos. O ese mensaje de la persona a la que quieres en el que sin ningún motivo te dice un "te quiero". O una voz simpática y agradable al otro lado del teléfono. O pasar la tarde en un parque charrando con los amigos. Un puesta de sol a la orilla del mar. Miles de pequeñas cosas a las que cada día damos menos importancia pero que realmente son la sal de la vida.
Como le decía hace no mucho a alguien, "los árboles no te dejan ver el bosque". Nos perdemos en cosas tontas, pasamos de las cosas importantes de la vida por lo agobiados que estamos en nuestros respectivos trabajos. La rutina, el estres, se nos comen día a día. Estamos en esta rueda que es la sociedad occidental llena de compromisos y de cosas que tienen que ser politicamente correctas, olvidándonos de las cosas que realmente importan. Estamos convencidos de que la felicidad la da el dinero. Que todo se puede comprar o vender. Pero los pequeños detalles que nos podrían hacer felices no se pueden pagar con dinero. Ni siquiera con la Master Card. Y es una pena que muchas veces los árboles, no nos dejen ver el bosque.
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