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LENGUA DE TRAPO.

POBRE ESPAÑA

POBRE ESPAÑA

El pasado sábado, cientos de miles de catalanes salieron a  defender la dignidad de Cataluña, y el derecho a decidir como pueblo. No seré yo quien defienda la cuestión catalana, dados los conflictos que tenemos abiertos en estos momentos desde Aragón con la clase política de la comunidad vecina. Vease los Bienes de la Franja, los Juegos Olímpicos de Invierno, o sobre todo, la reinvención que están haciendo de la Historia, anulando y cambiando la Historia de Aragón y de su Corona para hacer valer sus intereses.  

Pero sí que diré que los grandes ganadores de la sentencia del Estatut y de la posterior manifestación son la derecha españolista, y los independentistas catalanes. Los grandes perdedores, los catalanes moderados, que hasta ahora eran mayoría, y la propia España.

Una España que va a la deriva gracias a la falta de políticos de talla (algo que no es nuevo, y que quitando excepciones como la etapa de la transición, viene lastrando la historia española desde los gloriosos tiempos de Felipe II).  Políticos torpes, cegatos, que sólo quieren conseguir más diputados para desbancar al gobierno de turno, o mantenerse en la Moncloa, sin tener visión de Estado ni perspectivas de futuro.

La situación económica española es un buen ejemplo de como unos no tienen ni idea de como gestionar una crisis económica, mientras que los otros están sentados en su salón esperando que lleguen las elecciones para hacerse con el poder.

O la propia situación en Cataluña. Una visión cegata en Madrid, en sus medios y en gran parte de la clase política que han generado un clima de anticatalanismo, basándose en la polémica continua para ganar votos en otros puntos del Estado, obviando la sensibilidad propia de la sociedad catalana.

Una sociedad, la catalana, que en su inmensa mayoría no es independentista y en la que han convivido hasta este momento un sentimiento dual y paralelo de pertenencia tanto a Catalunya como a Espanya sin dudas de ningún tipo.

Pero con la actuación torpe del Tribunal Constitucional, del Partido Popular, y del propio PSOE, por dar alas cuando no tenía que haberlas dado, han creado una sensación de descontento en la sociedad catalana como nunca se había producido. Ya lo dicen en muchos medios catalanes: la mayor fábrica de independentistas está en Madrid, y no en la propia Cataluña.

Con mayor respeto hacia las identidades de cada uno (que conste que Cataluña tampoco respeta la identidad ni la dignidad de sus vecinos), probablemente no se hubiera llegado a esta situación de hartazgo disimulado por el triunfo de la Roja. En este sentido, en la edición del medio día de ayer del informativo de Antena 3 TV, la manifestación de millón y medio de catalanes ocupó dos minutos escasos de las noticias, copadas por el triunfo de la selección española de fútbol. Dos minutos que apenas informaron sobre la nociticia en cuestión, pero que bastaron para que uno de los madrileños con los que estaba comiendo en eso momento lanzara sus improperios contra los asistentes a la manifestación, sacando su orgullo patrio a pasear.

Muchos de esos improperios, vienen provocados por la propia inseguridad de un sector de la sociedad española. Si una amplia mayoría de catalanes quieren llamar a su Comunidad país, ¿qué problema hay, si a la vez que la llaman país, quieren seguir perteneciendo a España? ¿Qué intereses hay, entre los independentistas catalanes, y también entre los sectores más nacionalistas de España en profundizar en esa división, en lugar de favorecer la convivencia?

Yo desde luego, como aragonés, no permitiría que nadie de fuera me dijera como tengo que llamar a mi tierra. Por eso, entiendo que un catalán sea o no independentista, salga a la calle para manifestar su descontento por este proceso que ha sido una burla. Una burla de Zapatero y del PSOE, por no saber gobernar y por no poner límites cuando tenía que haberlos puesto.

Una burla del PP, que llevó el Estatut al tribunal sabiendo lo que podría provocar, y sabiendo también que otros Estatutos que sí que han apoyado tienen  artículos muy similares al catalán, y que no han causado rechazo ni problemas ni han provocado la tan manida ruptura de España. Una burla de un Tribunal Constitucional politizado, con buena parte de sus miembros con el mandato expirado y que ha hecho el ridículo más absoluto ante todo el país. ¿Como no van a estar hastiados los catalanes con este espectáculo que no ha respetado las más mínimas reglas del juego?

Todo ello, por no hablar de los propios políticos catalanes, tan grises ellos,  deseosos de generar polémica de cara a la próxima campaña electoral y que no dudan en agitar el ambiente en pro de sus intereses electorales, al igual que el PP ha hecho lo propio cuando le ha interesado por más que ahora calle sus vergüenzas.

La mayor parte de la sociedad catalana no desea la independencia, pero sí que desea que se respete su identidad. Pero es preocupante que a pesar de esa mayoría que considera compatible la identidad catalana con la española, periódicos con el tradicional seny como La Vanguardia alerten de que algo está cambiando en Cataluña.

En este sentido, por más que algunos medios arrementan y culpen a la sociedad catalana, la mayor parte de la culpa la tienen aquellos partidos que usan la política y la justicia para favorecer sus intereses electorales y para hacer cada día más grande esa brecha entre Cataluña y España. Y por supuesto, los independistas catalanes, aplaudiendo desde la barrera, viendo como los sectores más españolistas del país cavan su propia tumba.

Pan para hoy, y hambre para mañana. Falta de visión de Estado, y sobre todo, falta de visión de futuro. Y es triste que tenga que ser un nacionalista como yo, el que lamente la deriva que está tomando España gracias a una clase política que está llevando al país a la ruina económica y social. Esperemos que por el bien de todos, se recompongan los lazos entre unos y otros, tal y como creo que deseamos una mayoría de españoles y de catalanes. Que sepamos dejar de lazo la prepotencia de unos, y el victimismo de otros, porque en estos momentos, hay cosas mucho más importantes en las que centrarnos, como por ejemplo,salir de esta crisis económica que está dejando al país varado, a pesar del triunfo de la Roja.

Lo que está claro, es que si no cambia algo, y se impone el sentido de Estado y la cordura, alejando la mediocridad de la clase política (y esto, lamentablemente, es un problema que afecta a todos los partidos políticos sin excepción), a este país le quedan tres telediarios. Pese al triunfo de la Roja.

1 comentario

Pilimili -

Pues sí, pobre España!!!