UNA UNIÓN EUROPEA A MEDIO GAS
Hoy, al margen de que es viernes, no es un día feliz para los europeístas. La elección del belga Herman Van Rompuny como primer presidente de la Unión, y de Catherine Asthon como alta representante de la Unión para la política exterior, no hacen sino confirmar el escaso interés de muchos para que Europa no funcione como debería funcionar.
A pesar de que Van Rompuny es un europeo convencido y ha ejercido su papel de forma correcta en la cada día más complicada Bégica, y de que Catherine debe ser de las pocas políticas británicas que no es euroescéptica, la elección de ambos no es para ponerse a dar saltos de alegría. Ambos políticos son desconocidos para la gran mayoría de la sociedad europea, algo que sin duda los aleja de los ciudadanos europeos. Y además, carecen del liderazgo y del carisma necesario para enfrentarse a los retos que deben afrontar desde un puesto de tanta responsabilidad si quieren que la Unión Europea vuelva a ocupar su puesto en la escena mundial. Por no hablar del país de procedencia de Catherine Asthon, el Reino Unido. Un país que no destaca precisamente por su europeísmo, que no está en el Euro ni en el Espacio Schengen, y que ha puesto demasiados impedimientos al desarrollo de la Unión. Sin tener en cuenta que el principal candidato a presidir el Reino Unido tras las elecciones, el conservador Cameron, apuesta por la salida del país de la UE.
Europa necesitaba un líder claro y con carisma, que tuviese prestigio entre buena parte de los ciudadanos europeos, y que tuviese prestigio internacional para poder llevar la voz cantante en la política mundial. Ójala me equivoque, pero la elección de estos dos puestos necesitaba sin duda de otro perfil político. Pero como siempre, ahí se demuestra la grandeza de los políticos de los distintos países, quizás más preocupados porque nadie les haga sombra desde Bruselas, que por el futuro de la propia Europa.
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