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LENGUA DE TRAPO.

CONTRA EL TERRORISMO

CONTRA EL TERRORISMO

Hoy he estado en dos concentraciones contra el terrorismo. La primera, a la que he acudido con Ana Sanz se ha celebrado esta mañana en la Plaza del Pilar, bajo la convocatoria de la FEMP.

Y a la segunda he acudido con Teresa Perales y con Susana Gállego, y se ha celebrado a última hora de la tarde en la Plaza de España, convocada por Convive.

Dos concentraciones con un mismo fin. El rechazo a la violencia terrorista y la solidaridad con la familia del asesinado por ETA.

ETA, finalmente, irrumpió el último día de campaña de la forma más brutal y salvaje que podía hacerlo, con la ya olvidada práctica del tiro en la nuca. Una ejecución a sangre fría en toda regla, alejada del más mínimo comportamiento democrático y de cualquier sentimiento de humanidad.

ETA logró su objetivo, que era paralizar la campaña e influir en las elecciones generales. Todos los partidos, grandes y pequeños, paramos la campaña al poco de conocer la terrible noticia.

Como siempre que sucede un hecho como este, hay gente que dice que lo mejor es pararlo todo como duelo y protesta, mientras que otros defienden que no habría que suspender ningún acto, ya que eso es lo que pretenden conseguir los terroristas, alterando la normalidad democrática.

Y en medio de estas discursiones sobre si es ético o si es bueno o no paralizar una campaña por un hecho execrable como es un atentado terrorista, a muchos, entre los que yo me incluyo, me surgen algunas dudas.

En lo que llevamos de año, han fallecido, si no me falla la memoria, 16 mujeres a manos de sus parejas por violencia de género. Es más, en mitad de la campaña, 4 mujeres fueron asesinadas en un mismo día. Unos crímenes horrendos, reprobables, y que nos ponen los pelos de punta. Pero, ese día murieron 4 mujeres. Unos días más tarde, en plena campaña también, se produjo el asesinato de una quinta mujer.

Y lamentablemente, no he visto reacción alguna digna de mención en los partidos políticos. Ni siquiera el día en que murieron esas cuatro mujeres. Probablemente, si en lo que llevamos de año hubieran muerto 16 personas en atentado terrorista, se hubiera montado un follón de cuidado. Al igual que si hubiesen muerto 16 personas asesinadas de algún colectivo. Da igual que fueran joyeros, que banqueros, taxistas, o inmigrantes. La indignación social hubiese estallado en las calles, y los políticos se habrían visto obligados a realizar algún gesto de cara a la galería.

Pero, tras la muerte de estas mujeres, parece que no ha pasado nada, más allá de algún titular de periódico. Es como si la sociedad se hubiese acostumbrado a estas asesinatos, cuando es realmente grave que cada pocos días una mujer muera asesinada a manos de sus parejas.

Pero parece que para muchos, esto no es tan importante como para modificar una campaña electoral, sin darse cuenta de que estamos hablando de un auténtico terrorismo de género.

 

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