CUATRO AÑOS DESPUÉS
Hace ya cuatro, millones de personas salimos en todo el mundo para intentar parar la horrible invasión de Iraq. Millones de personas salimos a condenar la vergonzosa foto de las Azores, en la que Aznar con sus amigos sellaron esa invasión. 4 años después, el mundo sigue horrorizado y vuelve a salir a la calle para recordar este trágico aniversario.
4 años de guerra. 4 años de inseguridad para los iraquíes. Sadam Husein era un déspota, un dictador, un asesino. Pero al menos en Badgad, se vivía con seguridad. En la actualidad, Badgad no es más que un fantasma de lo que fue. Una ciudad destruida, sin servicios públicos, con tiendas y restaurantes cerrados, cercenada por la violencia sectaria y por los centenares de atentados que la asolan y destruyen día a día. Cientos de miles de muertos. Víctimas inocentes que mueren sin saber el motivo. Bombas que explotan en mercados, en comisarias de policías o en campos de fútbol. Secuestros a diario. Esa es la triste realidad de Bagdad, una triste realidad que podría extrapolarse a cualquier punto del país mesopotámico.
Estados Unidos y sus aliados invidieron Iraq. Desalojaron del poder al asesino Sadam. Pero no han dado solución al país. Iraq se encuentra sumido en el caos, la desesperanza y el terror. Y lo peor es que no hay visos de solución. La violencia sectaria y la amenza de Al-Qaeda se extiende por todo el país. Con miles de muertos, en su mayor parte civiles.
Los mismos que invadieron Iraq, se encuentran hoy en día en un callejón sin salida del que no saben como salir. Una vez demostrado que en Iraq no existían armas de destrucción masiva, tal y como pregonaron a los cuatro vientos Bush, Blair y Aznar, las potencias que preoconizaron esa guerra no saben como salir del atolladero.
Un país desecho, sin futuro. Un país con un gobierno endeble que no puede controlar la situación. Un país sin destino en donde únicamente parece que funciona la extracción de crudo, auténtico objetivo de esta guerra miserable.
No es entendible una ocupación de un país soberano si no existe un plan para garantizar la seguridad de los ciudadanos a los que se dijo que se quería proteger. Y parece mentira que la primera potencia del mundo y sus maravillosos servicios de inteligencia no fueran capaces de preveer la maraña que se formaría en ese rincón del mundo tras la caída de Sadam. Y lo peor, es que nadie parece saber que rumbo seguir para salir de ese atolladero y permitir que los ciudadanos iraquíes puedan vivir con seguridad, en libertad, y sobre todo, en paz.
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