CON UNA COPA DE VINO EN LA MANO
Cuando pasas mucho tiempo fuera de casa, y casi siempre rodeado de gente, el cuerpo suele pedirte de vez en cuando un alto. Un momento de relax, de descanso, de soledad. Un momento de paz.
Y no hay nada como quedarte en casa, y más ahora que llega el frío, calentito, acurrucado en el sofa, con buena música, un buen libro, un par de velas, y una copa de buen vino en la mano.
Momentos de paz, de pensamiento interior, de desconexión del mundo. A veces, nos matamos por conseguir cosas que en teoría nos dan la felicidad, aunque sea efímera.
Cosas carísimas a veces, inalcanzables otras. Complicadas las más de la veces. Sin caer en la cuenta, de que a veces, con cuatro cosas, se puede ser el tío más feliz del mundo, alejado del mundanal ruido.
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Paula -