UNA INVASIÓN POCO CREÍBLE.
Soplan vientos de guerra en el Golfo Pérsico. Estados Unidos no se conforma con el desastre de Iraq, sino que está realizando toda una exhibición de fuerza en los mares del Golfo Pérsico con la esperanza de amedrentar a Irán. Con la que está cayendo en Irak, un país sumergido en una situación de auténtica guerra civil, con atentados a diario que causan centenares de víctimas civiles al mes, con secuestros, torturas, millones de desplazados, con soldados norteamericanos muertos casi a diario y sin un final claro, resulta muy poco creíble que George Bush se atreva a iniciar una operación mucho más ambiciosa e incierta en el vecino Irán. El estado persa se parece en muy poquito al Iraq de Sadam. Es un país mucho más poblado, mejor preparado militarmente y que cuenta con otros aliados, algo con lo que Sadam no contaba.
De hecho, dudo mucho que Estados Unidos, a pesar de ser la mayor potencia militar del planeta, disponga de recursos, tanto económicos como humanos, como para embarcarse en una nueva guerra contra Irán, manteniendo las brechas de Afganistán y de Iraq abiertas, y sin visos de solución.
Además, la opinión pública estadounidense ya no se muestra tan favorable a la guerra de Iraq como al principio de la contienda. La manifestación del pasado sábado 27 de enero en Washington es todo un símbolo, al igual que lo es la campaña lanzada por decenas de organizaciones de todo el país para lograr que los demócratas acaben con la invasión. Y es que una parte cada vez más importante de la población norteamericana quiere acabar el conflicto, cansada de falsas promesas, cansada de ver como vuelven sus soldados en ataúdes. Y desde luego que no quieren ni oír hablar del envío de nuevos soldados. Y los demócratas han tomado buena nota de ello.
El conflicto con Irán no puede resolverse por la vía violenta. El mundo, y el choque de civilizaciones del que tanto les gusta hablar a algunos filósofos y arabistas, no podrían soportarlo. Irán, a pesar del régimen fundamentalista que lo gobierna en la actualidad, siempre ha sido un país moderno. Las mujeres y los jóvenes son la mayor parte de la población iraní, y tienen mucho que decir en el futuro de éste país. Sólo hay que apoyarlos. A ellos y a los grupos opositores y reformistas. Las antenas parabólicas son perseguidas en todo el país, al igual que ciertos contenidos de Internet, por convidarlos elementos diabólicos que pervierten a la sociedad iraní. Y los iraníes colocan estas antenas como setas. Una gran proporción de mujeres iraníes estudian y quieren trabajar en igualdad con los hombres. Esas mismas mujeres, debajo de la ropa impuesta por los Ayatolahs, visten a la última como podría vestir una londinense o una parisina. La solución a éste conflicto más debería pasar por apoyar a la oposición reformista que por la confrontación directa con el régimen de los Ayatolahs. Esa confrontación no ayudará a nadie. En el caso de que Estados Unidos bombardee objetivos en Irán, los sectores reformistas serán aplastados por el fundamentalista iraní, basándose en el nacionalismo y en la defensa del país frente a los cruzados occidentales, lo que acabaría con las perspectivas de una progresiva apertura de este país que estuvo a la vanguardia de Oriente Medio no hace tantos años. Y la guerra, al final, no solucionará nada. Dará más argumentos a los integristas, tanto de este país, como del resto del planeta, arrojando más leña al fuego de Al-Qaeda y de otros grupos terroristas.
La comunidad internacional debe ser firme con Irán en el conflicto por la energía nuclear. Pero desde la razón y el diálogo. Y por supuesto, sin mirar para otro lado cuando países como Israel no cumplen con las resoluciones de Naciones Unidas.
Esperemos que la Administración Bush no se embarque en una nueva guerra. En caso contrario, a los ciudadanos nos volverá a tocar salir a la calle a defender la paz. Espero, que con más éxito que cuando Buhs invadió Iraq.
Artículo de Nacho Viñau, publicado en la edición del mes de febrero de "El Pollo Urbano".
0 comentarios