HA MUERTO UNA PERSONA, HA NACIDO UN MITO
La noticia del fallecimiento de José Antonio Labordeta me sorprendió ayer por la mañana en Madrid. Me disponía a desayunar tranquilamente, cuando encendí la radio, y escuché en la Cadena Ser algo sobre una medalla que iba a conceder el Gobierno de Aragón. Estando en Madrid, y a esas horas de la mañana, pensé que estaban hablando del Gran Premio de Aragón, dado el espectacular impacto mediático que ha tenido en los medios de todo el Estado.
Pero rápidamente, me di cuenta de mi error. La noticia se refería al fallecimiento del poeta, cantautor y político aragonés. Y a pesar de que todos sabíamos que era algo inminente, la noticia me dejó helado en la lejanía. Por la tarde, volviendo a Zaragoza, y conforme me acercaba a los límites de nuestra tierra, los recuerdos de este hombre que había muerto horas antes aumentaban en mi mente.
A fin de cuentas, pertenezco a una generación que ha crecido escuchando sus canciones. He cantado sus letras en manifestaciones, en cenas con amigos y en reuniones familiares. Parte de ese amor que tengo por Aragón, y parte de mi compromiso político, viene gracias a esas letras que cantan a la libertad y a esta tierra nuestra, y que son capaces de sacar lo mejor de nosotros mismos.
Con su fallecimiento, parece que el Aragón moderno ha quedado como huérfano. Pero no es así. Cierto es que en la madrugada del pasado domingo murió una persona, pero en ese mismo momento nació un mito. El mito de una persona que ha escrito letras que han descrito Aragón con más sentimiento que nadie. El mito de una persona que ha ayudado a construir la idiosincrasia moderna de este pequeño país que llamamos Aragón. El mito de una persona que ha conseguido, en estos tiempos de crisis, crispación y enfrentamiento continuo, unir a todos los aragoneses que aman y sienten algo por esta tierra. Desanse en paz.
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Aventarte -
Ana