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LENGUA DE TRAPO.

VERGÜENZA EN GAZA

VERGÜENZA EN GAZA

Varias semanas después del comienzo de los bombardeos sobre Gaza, la cosa sigue igual. Con decenas de muertos cada día, y las frustrantes actuaciones de los diferentes Gobiernos, el Estado de Israel sigue campando a sus anchas, con Naciones Unidas y la Unión Europea rozando práctimamente el ridículo por los nulos resultados de sus intentos por alcanzar el alto el fuego.

La respuesta de Israel ante Hamás ha sido, sin duda desproporcionada, execrable y cruel. Ningún país democrático debería ser autor de actos indiscriminados como la ofensiva del ejército israelí sobre los palestinos.

Es indignante que un país pueda realizar actos como este de forma impune, y sin una respuesta contundente por parte del mundo civilizado. Aunque ciertamente, no se como nos seguimos escandalizados, después de que países como Rusia, o la propia Estados Unidos, hagan de su capa un sayo, y puedan intervenir en Georgia, en el caso ruso, o en Iraq, en el caso norteamericano. Por no hablar de los genocidios y conflictos que se dan en diversas partes del mundo.

Pero el mayor problema, como siempre, son los miles de inocentes que están sufriendo los bombardeos y la ocupación israelí. Decenas de miles de civiles que están en medio de esa contienda entre el Estado de Israel y los milicianos de Hamás.

Porque no hay que olvidar que tenemos que diferenciar entre el pueblo palestino, cuyo futuro tiene que estar unido por fuerza a un estado palestino soberano e independiente de Israel, y los terroristas de Hamás.

No hay que olvidar que si la respuesta de Israel ha sido desproporcionada y criminal, no son menos criminales los cohetes lanzados por Hamás sobre las ciudades israelíes antes de comenzar la ofensiva, o los terroristas suicidas que se inmolaban en autobúses, avenidas o centros comerciales israelíes.

El problema de esta ofensiva no es que Israel descargue su ira sobre los terroristas, que incluso en tiempos en los que Israel desmonta sus colonias en territorios palestinos, siguen atacando. El problema es que Israel está descargando su ira sobre civiles, sin importales un pimiento ese término tan horrible como son los "daños colaterales".

Ambos, ejército israelí, y milicianos de Hamás, siguen jugando su guerra, mientras miles de inocentes siguen hundiéndose en la desesperación y el sufrimiento.

Por eso, desde Occidente no nos queda más que exigir con contundencia el cese total de las hostilidades por parte del ejército israelí en territorio palestino. Pero recordando que en este conflicto, Hamás son terroristas.  Y que la violencia, ni de un lado ni de otro, lleva a ningún sitio.

La pena, es, como he dicho antes, que hay miles de personas, hombres, mujeres y niños palestinos, ajenos al conflicto, que están sufriendo las consecuencias de los actos de esta panda de descerebrados, tanto de uno, como del otro lado. 

Fotografía: Diario El País

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