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LENGUA DE TRAPO.

LAS DOS ESPAÑAS.

Artículo publicado en Aragón Liberal.  

A raíz de la Ley de Memoria Histórica, de la lucha de las banderas, y de declaraciones como las de Mayor Oreja, en las que afirmaba que durante la dictadura se vivía apaciblemente, a uno, se le revuelven las tripas minuto a minuto. y A mi, que he vivido toda mi vida bajo la democracia, estos enfrentamientos me suenan a chino.

Como en todas las familias españolas, he tenido familiares que sufrieron la guerra, y la represión en ambos bandos. Varios familiares lucharon en la guerra, otro pudo saltar y escapar de un camión en marcha cuando lo llevaban a fusilar. A otra de mis tías la raparon. Pero en mi casa, jamás nos han inculcado ese odio que parece que todavía queda en una parte de la sociedad. Las generaciones más jóvenes conocemos el pasado y lo acontecido a nuestros abuelos y tíos más mayores, pero ninguno  tenemos el odio metido en el cuerpo. Para mi, el franquismo o la república son cosas del pasado, como puede ser la represión que ejerció Fernando VII tras su vuelta a la Península. Historia. Pura Historia, que nada tiene que ver con el Aragón en el que hoy vivo. Una tierra que vive en democracia, en libertad, y que con el resto del Estado ha logrado vivir una transición dura y peligrosa, en la que se optó por la unidad, por la reconciliación y por el progreso.

Y hoy me da la sensación de que tanto unos como otros, es decir, PP y PSOE, tratan de volver a dividir España en dos. Esa España que realmente pasa de todo y que únicamente se preocupa por pagar la hipoteca y por llegar a fin de mes. Y lo más penoso es que lo hagan con un afán electoralista.

Visto todo desde la lejanía, sin los rencores que se quieren resucitar y desde un punto de vista aséptico, todo esto carece de sentido.

La República, aunque trató de mejorar la situación social del país, y tuvo sus cosas buenas, como tratar de llevar la educación a todos los rincones de la Península, cometió y permitió numerosos desmanes que un régimen democrático no puede tolerar. Desde la quema de conventos y asesinato de religiosos, a la expulsión de profesores catalanes que no apoyaban la política secesionista de la Generalitat de Cataluña. Medio país se sentía inseguro ante los sucesos que se estaban llevando a cabo. Tras la reacción conservadora del otro medio país, y ya en la posterior Guerra Civil, ambos bandos cometieron tropelías y asesinatos.

Lamentablemente, pasa en todas las guerras, desde que el hombre es hombre. Las guerras son horribles, da igual que sean las guerras púnicas, la guerra de la Independencia española o las no tan lejanas guerras de la antigua Yugoslavia, en el corazón de nuestra pacífica y civilizada Europa. Fusilamientos, desapariciones, batallas, bombardeos a civiles, masacres y violaciones. Y la dictadura franquista que vino tras la guerra, siguió con un régimen de terror, represión y ejecuciones que duró 40 largos y sombríos años.

Yo sinceramente, no me veo representado ni en uno ni en otro bando. Los dos cometieron asesinatos y actos condenables. Ninguno de los dos representan los valores en los que me he educado y en los que creo. Los dos son regímenes del pasado, que conozco a través de la historia, pero que no quiero resucitar en el mundo de hoy.

Por eso no entiendo la manía de resucitar todo esto, reabrir viejas heridas entre las gentes que sí vivieron aquel horror, tanto de un bando como de otro. La sociedad española ha madurado, y tras la transición, había logrado arrinconar en su conjunto esos odios y esos rencores, al margen de unos cuantos y minoritarios exaltados de ambos bandos. Y afirmaciones como la de Mayor Oreja diciendo lo plácidamente que se vivía en esa época no ayudan en nada a nuestra convivencia. Hombre, se viviría plácidamente si eras un adepto al régimen. Pero que les pregunten a los miles de profesores que fueron asesinados o apartados de las aulas por el mero hecho de ser funcionarios de la república. O de los miles de disidentes exiliados o encarcelados durante años, por el mero hecho de pertenecer a un partido político. O a los familiares de los fusilados. O a todos los ciudadanos que sin estar marcados, tenían que callar sus ansias de libertad para evitar meterse en problemas. Si esa es la idea de placidez que tiene el político Popular, apaga y  vámonos.

Y el problema es que no me identifico ni con unos ni con otros, ni con esas guerra artificial que están creando. Para mi, la dictadura, la república, y la guerra civil, son cosas del pasado. Cosas que hay que conocer, para evitar que vuelvan a pasar, pero ya está.

No me identifico con este intento de división entre las dos Españas. Es ruin y mezquino tratar de resucitar los viejos fantasmas tras el éxito de la transición, y máxime cuando una parte muy importante de la ciudadanía ya hemos nacido en un Estado democrático muy lejano de todas estas historias. Flaco favor le hacen al Estado, a la democracia, y al conjunto de la sociedad con estas falsas y artificiales polémicas.

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